delsabado12


Pues ya no he escrito porque te vi. He estado también algo complicado con mis tiempos y responsabilidades pero mañana me voy a Guerrero a descansar unos días a la casa de una amiga de Ale y me he propuesto escribirte mucho pues hay mucho que contar.

Estoy escribiendo este texto del día que te vi porque quiero dejar cada rasgo, cada palabra, cada pensamiento plasmado en un documento para que nunca se me olvide ni un detalle. De verdad fue un momento lleno de poder; te sentí muy cerca aunque ya fuera de mi. Fue como verte desde afuera de la burbuja, como si te hubieras salido de mi, como si ahora fueras un ser autónomo que puede decidir estar o no estar.

Tal vez por eso, el recuerdo más arraigado es cuando me diste la mano y salimos del Centro de Convivencia. En ese momento, siento que TU y no mamá ni yo ni la trabajadora social, decidiste irte conmigo, sin importar lo que te hubieran dicho de mi o de lo lejano y borroso que fuera el recuerdo de tu padre, después de casi 13 meses de separación.

Verte ese día fue como sentir la primera brisa que confunde por un segundo previo a la certeza de estar, por fin, frente al mar. Fue a contraluz que pude ver la silueta de mamá, recargada en la barda, nerviosa de verme llegar en mi bicicleta, pensando que te abordaría. Yo pasé de prisa junto a ti, que jugabas con el celular, estacioné mi bicicleta y volví a pasar pero no me acerqué por temor a que después me acusaran de acoso. Entré rapidísimo al ascensor pues te acercabas con mamá y no quería tener que subir en el mismo elevador sin hablarnos. Tu mami fue muy prudente y espero a que yo subiera primero. Arriba, en la sala de espera, no podía firmar siquiera, ponía mi dedo en el lector y no podía mantenerlo fijo y tiré mi celular de los nervios. Te vi entrar, casi sin voltear a mirar. Yo peremanecí a una distancia prudente, mientras tu mami pedía mil explicaciones. Tu no volteabas hasta que por fin, casi se cruzaron nuestras miradas y te sentí en conflicto. A los pocos segundos, cuando dijeron mi nombre me acerque, mientras tu mami seguía preguntando cosas, firmando papeles y pidiendo acompañarnos durante las dos horas, a lo que yo respondí sin dudar un segundo que NO. Fue entonces que tu y yo nos vimos y te dije suavemente que fuéramos a caminar, que tu mami estaría bien. Tu mano se acercó a la mía y me tomó con la misma contundencia que un ancla se detiene del fondo del mar.

Juntos nos dirigimos hacia la salida y aun sin cruzar el umbral de la puerta, ya me estabas contando que ahora te gustaba mucho el futbol. No parabas de hablar de tus 11 chuzas seguidas en el boliche, de tus amigos de la escuela, de que ya habías pasado a kinder3 y de todas las miles de anécdotas que ahora tienes de mamá. Mientras tanto, yo trataba de escabullir a un tipo que parecía seguirnos, caminaba sin rumbo fijo, sin saber que hacer contigo. Taaaantas veces planee con lujo de detalle donde te llevaría en esas dos horas, que, cuando, por fin te tuve, no sabía donde ponerte. Fueron momentos confusos que tu te encargabas de hacer mas llevaderos, pidiéndome una paleta helada o un boing de mango en una tiendita a un costado del zócalo.

Nunca me voy a olvidar que en el camino al zócalo, nos encontramos con todo tipo de super heroes, desde el Capitán América, Iron Man, desde luego El Hombre Araña que te saludo y que te dijo que  si querías una foto con él… me dijiste: No gracias, sino, al rato mi mamá no me va a dar mi sorpresa… Paramos en una tienda de helados y nos compramos unas paletitas de uva como las que comíamos antes de salir de Puebla… te acordaste muy bien, también te acordaste de quien decía… CUCURACHA!. Hablamos de tu nueva casa, que habías visto a Bond en la granja de tu abuelito y que pronto irías 5 días a visitarlo.


Había en el aire una atmósfera deliciosa, no hacía ni calor ni frío, el hambre no importaba ni tantito, la gente, los tumultos, las sirenas, los operativos, los punketos, los mimos, Michael Jackson y hasta la policía parecían solo adornos en nuestro camino. Eramos tu y yo, contentos, extrañamente cómodos a pesar de estar en una de las zonas más agrestes de esta ciudad. En el pasaje del Zócalo vimos unos muñequitos de 10 pesos que bailan si les das cuerda… te quería comprar uno pero no me dejaste porque tu mami no te daría tu sorpresa, así que lo compré para ella… muy listos no?








En el Zócalo paramos a tomar unos boings de mango mientras te platicaba que ahora era pastelero, saqué de mi maleta un pedacito de panqué de plátano pero no tenías nada de hambre. Fuimos a jugar a esta caminadora, te di tu avión de armar que te traje de Bolivia y ahí nos tomamos esta foto que me encanta











Algo aburridos de esta escaladora, te propuse ir a conocer un castillo, que no era más que el Lobby del Hotel de México, mientras caminábamos hacia allá, te dije que ya nos podíamos ver cada 15 días y que debías insisstirle a mamá que te lleve, tu me contaste que a mamá le habían salido bigotes al comer una pizza y de tus próximas vacaciones en Huatulco. 

















Entramos al Hotel y encontramos unos sillones redondos donde saqué las fotos que llevaba. Te las di todas pero tu escogiste solo unas. Fue muy doloroso que no recordaras a gente como Pao o les pusiste unas calcomanías de Batman y Capitán América y luego abrimos tu avioncito y te pusiste a jugar feliz…








El tiempo se terminó muy rápido, así que como la Cenicienta, tomamos el bicitaxi  y le pedimos que nos llevara de regreso a la Alameda. En el camino preguntaste asi, a raja tabla… y porque ese día me quitaste el iPad?… pensé que te habían hecho creer que te lo había quitado pero luego entendí que hablabas del día en que me fui de casa. Te respondí con la verdad… ese día yo sentía que ya habías visto mucho iPad. Volvió la pregunta…  Y mamá que hizo?… pero en cuanto terminaste de formular esta pregunta, tu solito te respondiste… no, mejor no hablemos de esos temas. Yo no insistí pero me di cuenta que esa herida esta abierta, que no te han explicado que es lo que sucedió y que tal vez tu historia no concuerda con la de mamá y querías mi versión para no poder contrastar. 


Otro día te miraré a los ojos y trataré de platicar de ese momento tan tenso que quedó tan profundamente grabado en tu recuerdo y en el mío. 


Aun en el bicitaxi me decías que no olvidara tu dirección… departamento 404, me puedes llevar las cartas, no te olvides, 404… creo que yo dije que a mamá no le gustaría que te las llevara, pero tampoco insistí pero mi corazón se estremecía, y me contenía para no abrazarte y decirte que te quiero y que me encantaría sentarme las horas a tu lado otra vez.





Ya en el edificio, te llevé a ver mi bici y te gustó el chunchecito que me regaló Fits para las llantas, así que te lo regalé… te dije que debíamos llegar a tiempo porque si me portaba bien, me dejarían verte mas… y dijiste… si te portas mmmmuy bien, te dejarán verme mas? y yo dije que si, que si me portaba muuy bien, podrías venir a mi casa un fin de semana.




Subimos rápido porque te estabas muriendo de ganas de ir al baño. Te tomé esta foto ahí mismo para que Fits viera tu regalo. Salimos y ya estaba tu mami en la puerta, te preguntaron si te había ido bien y si querías reportar algo a la trabajadora social pero dijiste que todo muy bien. Le dimos a mamá el regalito que te compre y también te di tu avioncito de armar.





Tenías que entrar a tomarte la foto así que me despedí de ti con un beso chiquito casi nervioso, de esos que no saben a nada.. jiji, ya en otra ocasión si te besaré como antes, platicaremos hasta sanar nuestras heridas y volveremos a ser los de antes… bueno, en realidad nunca podremos ser los de antes, pero seremos lo que nos toque ser, siempre que queramos ir de la mano por la vida.


Te quiere tu  papá


A. Salomón
julio 15, 2014

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