Nico
Son las 6.30am, mi reloj biológico no me dejó estar más en la cama, así que aproveché el silencio para escribirte unas líneas. Hoy hubo puente así que no fui a SAE. Te cuento que ayer me puse a ver con Arí la película de ASTRO BOY y me recordó tanto a ti. Es como si hubieras copiado muchas de las caritas de Astro en nuestros juegos que, cuando la vi ayer, fue como volver a verte. A Arí le encanta ahora esta peli y jugamos mucho a que vuela como AstroBoy. Arí ha empezado a jugar brusquito, especialmente cuando termina de ver esta peli o la de KungFu Panda… se levanta y me pide que juguemos pero nuestras peleas no son tan físicas como contigo, a él le gusta más brincar y caer sentado, le gustan también las machincuepas y que yo lo levante con mis dos manos en el aire y sentir que vola… como él dice!
Mi decisión de trabajar en casa, de vivir en una casita muy pequeña y el espacio que me da Ale para ser padre, han permitido que juegue mucho más con él que contigo. A veces me da culpa contigo, siento que debí estar mas cerca de ti, debí haber sido mejor padre esos 6 años que nos tocó estar juntos. De haber sabido que después vendría este exilio hubiera pasado mucho más tiempo cerca de ti… No tiene sentido reprocharse por lo que no sucedió en el pasado; las circunstancias eran otras, la relación con tu mami era otra y yo era un niño que no se atrevía a ser adulto. Ahora, cada vez que Arí vuela por los aires y cae sobre la cama, lo abrazo con todas mis fuerzas y acepto el regalo de estar a su lado, sabiendo que esa dicha puede terminar en cualquier momento. Uno aprende a vivir estos momentos con la sabiduría que me ha dado el tenerte perdido.
Se que un día te volveré a abrazar y a jugar contigo, que la fortuna volverá al lugar en el que tu y yo, convertidos en nuestras circunstancias podremos volver a jugar brusquito. Por ahora, se me escapa una sonrisa cuando te encuentro en ese personaje tan tierno que es Astro y veo la admiración que tiene Arí por él. Es como si viera a su hermano mayor y anhelara ser como él.

Fue un viaje muy divertido con la mamá de Ale, Ale, Arí, Irene y yo. En ese lugar dejé una piedra que traje de Urcupiña como pequeña ofrenda además de ofrendar mi cuento y la energía contenida en él a ese árbol mágico. Aproveché también para pedirle la oportunidad de verte y poder platicar cuando menos una vez mientras este gran acantilado de años permanece abierto entre nosotros. Le pedí esa oportunidad para mantener vivo nuestro vínculo y llenarnos de esperanza para seguir esta lucha.
El regreso fue algo accidentado, la Combi no logró subir de vuelta al DF y terminamos tirados en la carretera. Hubo un par de angelitos mal encarados que la echaron a andar y con ello llegamos llegar a casa.
A. Salomón
febrero 06, 2017